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lunes, 9 de mayo de 2011

Momentos de una fría velada

*Suspiro.
...
...
"¡Oh! Buenas noches, señorita. Disculpe mi rudeza, pero no vi que estaba usted aquí afuera."
"Jajá, sí, en efecto. Es bueno descansar un rato del ruido de la fiesta. Un poco de aire fresco no le hace daño a nadie."
"¿Disculpe?"
"Sí, tiene usted razón, pero no dejará que un poco de frío le arruine tan bello panorama. Mire nada más lo bella que se ve la luna llena desde acá."
"Quizás sí. Pero no se preocupe. Además, hoy empieza la primavera, ya se puede ir olvidando de este largo invierno."
"Jajá, no voy a discutir eso, sí que tiene razón. Pero es lo hermoso de esto, ¿no lo cree?"
"¡Ah! Me refiero al ciclo, ya sabe, sentir que uno puede comenzar de nuevo. Además hay algo en el viento que grita que este será un gran año."
"Jajá, sí, sí. Tiene usted razón, pero cuando uno se acostumbra, el grito se vuelve una melodía. No se preocupe por ello."
...
...
"¿Disculpe?"
"¡Ah, jajá! Sólo si usted entra a bailar conmigo"
"¡Oh! No se preocupe."
"¡Por favor, no se disculpe! Yo entiendo, jajá, quizás fue un poco osado de mi parte. Le ofrezco mis más sinceras disculpas si la hice sentir incómoda."
"¡Ah! Ya veo. Jajá, no se preocupe, en otra ocasión será."
"No necesita darme explicaciones señorita, fue mi error."
"Jajá, sí, sí, tiene usted razón."
"Jajá, no por ahora. Esperaré un rato más antes de entrar al bullicio. Además, aquí afuera está todo sereno. Me gusta la calma."
...
...
"¡Ah! Buenas tardes señor. Disculpe, no lo vi llegar."
"Estaba platicando solamente un rato con la señorita."
"¡¿Eh?!"
"¡Ah, sí! No se preocupe, de por sí ya estaba por retirarme."
"Jajá, sí, sí."
"Buenas noches señor... Señorita."
"Con permiso."
...
...
*Suspiro

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Diógenes Cruz-Figueroa García

lunes, 2 de mayo de 2011

El defendido de J. Jacob Ruíz

     "Permítame presentarme, señor juez y señores del jurado, yo no soy más que un simple defensor que viene aquí a hablar en nombre de la verdadera justicia, aquella que va más allá de simples pretensiones de papel y tinta, aquella que va más allá de lo que quiere el hombre, aquella que va hasta el mismísimo origen del hombre, aquella que va en donde moran los dioses. Soy un hombre sencillo, que si bien mis logros son algunos conocidos, no guardo celos de nadie, y no me arraigo a los momentos fortuitos que le dieron el renombre a mi nombre. Pues si bien parece que soy yo el que hablo frente a ustedes, es en realidad el espíritu mismo de los grandes pensadores que hablan a través de mí por sus enseñanzas. Yo me empequeñezco frente a ellos, y evidentemente frente a usted, señor juez, pues ¿quién puede conocer lo que es la verdadera justicia, si no es usted?"
     "Mi defendido, señor, fue traído hasta aquí por azares del destino, por estar en un mal lugar en el momento equivocado, y nada más. ¿Qué mató a un hombre? Pfff, vaya barbaridad de acusaciones dirigidas contra un hombre que ha trabajado de manera honesta por toda su vida. Un hombre que sabe el verdadero valor de la vida no lo creemos capaz de privar a algún otro de la suya. Y, ¿cómo no va a conocer mi defendido, señor juez, el verdadero valor de la vida? Creció en los duros barrios que se ven en el horizonte desde este bello recinto, como depósitos de basura, grises y lúgubres. Y gris era en verdad la vida que llevó mi defendido. Un hombre que perdió a sus padres a la corta edad de 7 años no lo creerán capaz de quitarle al padre a un hijo, al marido a una esposa, al hijo a otros padres. NO señores, no se puede creer en eso."
     "Pese a los tortuosos caminos en los que merodeaba mi defendido, él superó todo obstáculo que se le presentó. Desde la falta de alimento hasta la falta de amor. Pero de repente, se le presenta un obstáculo que no podrá superar si los hombres y las mujeres de esta sociedad lo quieren encadenar. Aborrecibles acusaciones son las que han traído a mi defendido hasta aquí. Y así como lo ven, pero véanlo bien, ¡miren! ¡atención! Fijen la vista en el hombre parado frente a ustedes. Harapos son los que trae por ropa, tan sucia y tan negra que combinan con el color de su piel. Que todos los hombres y todas las mujeres vean, como en lugar de una sonrisa, el tiempo le ha regalado una fútil expresión. En sus ojos se puede nadar a través de aguas turbias. ¡Señores, si de algo ha pecado este hombre es de dejarse someter por la sociedad! A sus caprichos y a su mórbida voluntad. Si van a juzgar a este hombre, júzguenlo por sus actos y no por su apariencia. Y que conste que sus actos no han sido más que sobrevivir a este mundo que lo tiró sobre sus rodillas y lo golpeó hasta que no pudo ver. ¡¡Y lo que no pudo ver fue la salida verdadera, cegado por la incomprensión de esta sociedad, que somete y somete a pesar de que jura promover la libertad!! Véanlo de nuevo, y díganme qué ven. Un hombre, parado ante ustedes, pero parado al fin. Un hombre, que a pesar de sus acusaciones, de las violaciones a sus derechos, de tirarlo a sus rodillas y golpearlo sin fin, ha logrado levantarse para venir ante ustedes, sus juzgadores, a proclamar que él no ha pecado por aquello de lo que lo acusan."
     "Pero, ¿de qué le sirve a un hombre venir hasta aquí y decir la verdad, si después de todo lo que van a juzgar es su origen y su imagen, y no su presunta responsabilidad? ¿De qué le sirve a una sociedad constituir instituciones de Derecho si al final no las van a respetar? Por eso me postro frente a ustedes, conocedor juez y conocedores miembros del jurado, que juzguen según la verdad que ustedes saben cierta, expresa y verdadera. La verdad que se les presenta aquí de manera clara y precisa, concisa, coherente, congruente y consistente. Juzguen según sus criterios de verdad. Yo sé que este hombre, libre debe estar."

     El jurado salió y regresó después de una hora. Así, el orador leyó la sentencia:
     "El presente jurado, respecto del juicio de Paulo de Carola Segismundo, ha declarado que las pruebas no sólo no son contundentes, sino que además, estas acusaciones atentan contra el principio de la no discriminación. A este hombre se le ha acusado por su origen y no por sus acciones. Es por eso que el presente jurado por votación anónima a declarado al acusado como inocente".

     Un estruendoso silencio se hizo notar por la sala. Gritos mudos llenaban cada rincón mientras el asesino salía libre de la sala.

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Diógenes Cruz-Figueroa García

domingo, 1 de mayo de 2011

Algunos consejos para escribir

          Con frecuencia, sin ánimos de ofender, se cree que por el simple hecho de expresar sentimientos con palabras bonitas se es poeta. Pues ¿qué creen? No es cierto. Oraciones bonitas como "Desde que te vi mi corazón se detuvo por un instante. Y es lo que le pido a Dios que cuando caiga el sol te vea todas las noches..." Por favor, deténganse que me dan ganas de vomitar, de nuevo, sin ánimos de ofender. Lo que sucede es que decir los sentimientos sólo es el primer paso para ser poeta, tener la valentía de decirlos. Pero, aunque es un requisito necesario, no es suficiente.
          Aquí les van cinco consejos estrictamente necesarios para ser un buen poeta. Cabe añadir que la lista no pretende ser exhaustiva.
  1.  Un poeta lee el diccionario. Lo que no significa que se lo memoricen, o que no se le puedan olvidar palabras. No esperaría que cualquier hijo de vecina sepa que es un borborigmo, pero siempre es bueno tener un vocabulario variopinto. Lo que sucede es que me da tristeza cuando tratan de escribir con su vocabulario que se limita a 300 palabras, de las cuales 100 son groserías y otras 100 no tienen cabida en el lenguaje poético (bueno, de que puede, puede) por tratarse de palabras como "inconstitucionalmente" o "esternocleidooccipitomastoideo"
  2. Un poeta lee poesía. Lo juro. Nadie ha logrado escribir poesía si no ha leído a los grandes: Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, Johan Wolfgang von Goethe, Hölderlin, Arthur Rimbaud, Shakespeare, Emily y Charlotte Brontë, en fin, hay un amplio repertorio. Si bien no necesitan leer a todos, necesitan leer a unos cuantos.
  3. Un poeta sabe hablar. No me refiero al acto de pronunciar en voz alta (quizás sería una burla para los mudos, y ha habido varios grandes). Pero necesita dominar intensidad y velocidad en el habla para que sus palabras puedan evocar en el receptor el mismo sentimiento que orilló al poeta a escribir poesía. Existen técnicas para pasar la velocidad y la intensidad al papel, como la puntuación, el uso de líneas diferentes, el uso de mayúsculas, negritas, itálicas y subrayado. En fin, de que se puede, se puede.
  4. Un poeta sabe escribir. Si bien el uso del hipérbaton es un recurso literario grandioso a la hora de escribir, por favor, sepan usarlo, porque son muchos que lo usan sin saberlo, por simple equivocación. Lo mismo va para el oxímoron. Un poeta sabe sintáxis, semántica, ortografía, etcétera, y escribe correctamente en todo momento, nada de "iO c k mE kiEr3s", por favor, escribir así es peor que golpear a Jesús en cuaresma. Ah, por cierto, "oxímoron" e "hipérbaton" designan dos figuras retóricas. Un buen poeta debe saber usarlas también, aunque de hecho no las use.
  5. Un poeta tiene inspiración. Sí, de extrema importancia. Alguna vez escribí sin inspiración, mi poema tenía métrica y rima, pero no tenía sentimiento, y eso se nota. La inspiración no tiene que venir de grandes musas o de sublimes momentos del pensamiento. La inspiración puede venir de cosas tan sencillas como un buen día o una tarea. Eso sí, quizás a nadie le interese leer un poema que versa sobre el trabajo final de química de una secundaria, pero eso es otra cuestión.
         Esos son cinco consejos que deben tomar en cuenta para ser un poeta. Después les daré unos consejos de cómo escribir un poema. Y quizás no esté de más decirles que  el punto 1 y el punto 4 van para todos, independientemente de si quieren ser poetas o no. Es una obligación generalizada.
          Los dejo.
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Diógenes Cruz-Figueroa García