Powered By Blogger

lunes, 2 de mayo de 2011

El defendido de J. Jacob Ruíz

     "Permítame presentarme, señor juez y señores del jurado, yo no soy más que un simple defensor que viene aquí a hablar en nombre de la verdadera justicia, aquella que va más allá de simples pretensiones de papel y tinta, aquella que va más allá de lo que quiere el hombre, aquella que va hasta el mismísimo origen del hombre, aquella que va en donde moran los dioses. Soy un hombre sencillo, que si bien mis logros son algunos conocidos, no guardo celos de nadie, y no me arraigo a los momentos fortuitos que le dieron el renombre a mi nombre. Pues si bien parece que soy yo el que hablo frente a ustedes, es en realidad el espíritu mismo de los grandes pensadores que hablan a través de mí por sus enseñanzas. Yo me empequeñezco frente a ellos, y evidentemente frente a usted, señor juez, pues ¿quién puede conocer lo que es la verdadera justicia, si no es usted?"
     "Mi defendido, señor, fue traído hasta aquí por azares del destino, por estar en un mal lugar en el momento equivocado, y nada más. ¿Qué mató a un hombre? Pfff, vaya barbaridad de acusaciones dirigidas contra un hombre que ha trabajado de manera honesta por toda su vida. Un hombre que sabe el verdadero valor de la vida no lo creemos capaz de privar a algún otro de la suya. Y, ¿cómo no va a conocer mi defendido, señor juez, el verdadero valor de la vida? Creció en los duros barrios que se ven en el horizonte desde este bello recinto, como depósitos de basura, grises y lúgubres. Y gris era en verdad la vida que llevó mi defendido. Un hombre que perdió a sus padres a la corta edad de 7 años no lo creerán capaz de quitarle al padre a un hijo, al marido a una esposa, al hijo a otros padres. NO señores, no se puede creer en eso."
     "Pese a los tortuosos caminos en los que merodeaba mi defendido, él superó todo obstáculo que se le presentó. Desde la falta de alimento hasta la falta de amor. Pero de repente, se le presenta un obstáculo que no podrá superar si los hombres y las mujeres de esta sociedad lo quieren encadenar. Aborrecibles acusaciones son las que han traído a mi defendido hasta aquí. Y así como lo ven, pero véanlo bien, ¡miren! ¡atención! Fijen la vista en el hombre parado frente a ustedes. Harapos son los que trae por ropa, tan sucia y tan negra que combinan con el color de su piel. Que todos los hombres y todas las mujeres vean, como en lugar de una sonrisa, el tiempo le ha regalado una fútil expresión. En sus ojos se puede nadar a través de aguas turbias. ¡Señores, si de algo ha pecado este hombre es de dejarse someter por la sociedad! A sus caprichos y a su mórbida voluntad. Si van a juzgar a este hombre, júzguenlo por sus actos y no por su apariencia. Y que conste que sus actos no han sido más que sobrevivir a este mundo que lo tiró sobre sus rodillas y lo golpeó hasta que no pudo ver. ¡¡Y lo que no pudo ver fue la salida verdadera, cegado por la incomprensión de esta sociedad, que somete y somete a pesar de que jura promover la libertad!! Véanlo de nuevo, y díganme qué ven. Un hombre, parado ante ustedes, pero parado al fin. Un hombre, que a pesar de sus acusaciones, de las violaciones a sus derechos, de tirarlo a sus rodillas y golpearlo sin fin, ha logrado levantarse para venir ante ustedes, sus juzgadores, a proclamar que él no ha pecado por aquello de lo que lo acusan."
     "Pero, ¿de qué le sirve a un hombre venir hasta aquí y decir la verdad, si después de todo lo que van a juzgar es su origen y su imagen, y no su presunta responsabilidad? ¿De qué le sirve a una sociedad constituir instituciones de Derecho si al final no las van a respetar? Por eso me postro frente a ustedes, conocedor juez y conocedores miembros del jurado, que juzguen según la verdad que ustedes saben cierta, expresa y verdadera. La verdad que se les presenta aquí de manera clara y precisa, concisa, coherente, congruente y consistente. Juzguen según sus criterios de verdad. Yo sé que este hombre, libre debe estar."

     El jurado salió y regresó después de una hora. Así, el orador leyó la sentencia:
     "El presente jurado, respecto del juicio de Paulo de Carola Segismundo, ha declarado que las pruebas no sólo no son contundentes, sino que además, estas acusaciones atentan contra el principio de la no discriminación. A este hombre se le ha acusado por su origen y no por sus acciones. Es por eso que el presente jurado por votación anónima a declarado al acusado como inocente".

     Un estruendoso silencio se hizo notar por la sala. Gritos mudos llenaban cada rincón mientras el asesino salía libre de la sala.

--
Diógenes Cruz-Figueroa García

No hay comentarios:

Publicar un comentario